Parece que ya ha pasado la Navidad. Cuando llegamos a esta fecha no puedo evitar acordarme de algunos clic que guardamos en el armario creo que junto a las figuras del belén o las bolas de árbol. Como si todo junto lo metiéramos en cajitas de cartón o de sueños y lo guardásemos en algún diván escondido donde no nos estorbe mucho, ya que no los vamos a necesitar hasta dentro de aproximadamente un año. La de feliz navidad que habremos dado o enviado a través de cualquier medio, la de feliz año que habremos deseado a todo el mundo, la de copas obligadas según qué día habremos tomado para no faltar a nuestra cita con una tradición cada vez menos ortodoxa o la de regalos que habremos comprado o recibido, la de esperanzas que habremos puesto en esos décimos que hemos jugado, tantos y tantos clic y cosas que nos suceden cada año de forma tan necesariamente conocida.
Hace justo un año y en algún rincón del planeta alguien dijo: tengo que poner algo, tengo que poner algo……
La navidad también aporta otras cosas aparte de clic repetitivos, por un lado sentimientos que afloran al recordar fechas tan familiares o sensaciones difíciles de explicar como cuando te sientes completamente sordo entre la marabunta más comercial colgada de bolsas de plástico, o la nostalgia y la añoranza que sientes cuando momentos puntuales no los pudieses compartir con alguien a quien echas de menos, también es esa sensación del paso del tiempo. El cambio de un año a otro del que nos olvidamos con la misma celeridad que nos bebemos una copa de champán, apenas a veinticuatro horas vista para a veces ni acordarnos del año que acabamos de vivir.
Con un día como éste empieza un nuevo año, a veces una nueva vida, y miramos entre todos los regalos que nos acaban de dejar y nunca nos fijamos en ese espejo que nadie nunca se atrevió a regalarnos, ese espejo en el que mirarnos a cada momento y en el que podríamos ver reflejados todos y cada uno de los momentos de esa vida, o ese año que ya hemos vivido.
Ha sido un año intenso, que posiblemente empezara una tarde soleada y bajo el rubor de cientos de palmeras que nos dieran la bienvenida ante un nuevo reto como nos sucede de vez en cuando. Un mundo lleno de habitaciones y repleto de puertas que se abren y se cierran con cada día, interminable de miedos, de dudas y de risas, de paseos frente al mar, de silencios y de ruidos, toda una vida dividida entre miles de minutos que nos dejaron sin respiración a veces o entre papeles en los que reflejar un momento adecuado, de viajes solitarios o experiencias vividas, de noches apasionadas o días relajados, un año entre novelas leídas o entre velas encendidas, todo un año, toda una vida.
Y como la navidad, puente entre recuerdos y deseos, entre pasados o futuros, tal día como hoy, soleado y con el recuerdo aún del rubor de las palmeras ponemos de nuevo en marcha ese reloj que nos regala la vida de días y de sueños, de momentos esta vez por vivir, de habitaciones y puertas por abrir o de pensamientos sobre folios por escribir.
Ya se fué Navidad. Pero la vida sigue….
Y esta vez no le voy a pedir nada, me atreveré a desafiarla con cada una de mis horas, con mis palabras, con mis días y buscaré dentro de pequeñitas cajitas mis sueños e intentaré abrirlas de una en una, le iré quitando los lazos conforme me vayan apareciendo y disfrutaré con cada regalo que saque de ellas, las buscaré o las esperaré como los niños ayer esperaban sus cajitas de sueños, juguetes que hay que abrir cada día para vivirlos cada día.
1 comentario:
Justo un año.
Desde hace un año que mi año empieza el 7 de enero. Mis Reyes vienen el 7 de enero, mi Navidad es el 7 de enero, mi vida empieza el 7 de enero.
Hoy abriré mi regalo y espero que sea el mismo que el año pasado, un año maravilloso.
Y ahora sólo tengo una duda. Es tonta, pero te juro que no sé qué hacer. Bueno... ya te lo comentaré esta tarde, y te reirás, y me dirás... "Pues haz lo que quieras cariño", y me quedaré con la duda de nuevo.
Ya ves... un año y todavía no se si.... jajajja.... anónimo??? jajaja
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