miércoles, 10 de octubre de 2012

LA HISTORIA OFICIAL

 “Todo el país se fue para abajo. Solamente los hijos de puta, los ladrones, los cómplices y el mayor de mis hijos, se fueron para arriba.”

Eso solo es una parte de diálogo entre un padre y un hijo a cuenta de la situación argentina durante la dictadura y formaba parte de "La Historia Oficial". Hace poco alguien dijo que los españoles tenemos la sana costumbre de cada cincuenta o sesenta años "estropearlo todo", y que ahora solamente estamos empezando a cumplir con ese precepto. Abocados a un rescate que nadie en realidad sabe exactamente lo que es ni a quien irá dirigido. A quién se supone que van a rescatar? a los bancos, al estado, a las grandes empresas? o a esas miles de familias que empiezan a tener hambre, a esos miles de jóvenes que pasan y pasan las horas sin saber lo que hacer ni a donde ir, o a esos padres de familia que se quedaron hace meses sin trabajo y que andan desesperados por intentar pagar el recibo de la luz.

 
Es como la claridad que esperamos al final del túnel, esa que nunca llega,  esperamos y esperamos. Rescatarán al estado, pero qué es ese término ambigüo que nos señalan con nombre de marca...?,  sus instituciones o sus habitantes, quienes lo dirigen o quienes lo viven, sienten, padecen o forman parte de él. Somos extraños o formamos parte de un mismo ente, nos concierne o no nos concierne, qué o quienes somos exactamente, de donde formamos parte y de que sitios no formamos. Rescatan los bancos, los estados, los gobiernos, rescatan a esa gran empresa inyectándole el capital necesario para que no pueda caer...  quién decide? quien reparte o quien elije a quien o quienes se debe rescatar, para qué necesitamos ser rescatados.

Rescatar es salvar, salvarnos de algún peligro. No hay más peligro que la desesperanza, la tristeza de ver que hoy no podrás llevar una barra de pan a tu casa, peligro es recibir una carta del banco amenazándote de que te van a echar de tu casa,  es coger una maleta e irte a cualquier parte del mundo para no sentirte inútil, peligro es levantarte cada mañana y no saber donde ir ni lo que hacer, el verdadero peligro es el miedo a que un dia cualquiera te encuentres en la mesa de tu despacho una carta de despido.... de ese peligro nos deberían rescatar. Pero llegará el rescate y seguiremos haciendo lo mismo, seguiremos sin poder comprar el pan, ni pagar el recibo de la luz, seguiremos haciendo las maletas..... seguiremos esperando.

No es un problema de dinero, si así fuera le daríamos a la maquinita y que no parase hasta que no hubiese un solo ciudadano sin él. Es un problema de principios, un problema de jerarquía,  donde los herederos han traicionado el concepto del porqué se les puso ahí, es un problema de memoria, de reconocimiento hacia quienes un día lucharon con todas sus fuerzas para sacar a su familia adelante, para que su pueblo viviese en libertad y para que sus hijos no pasaran las penurias por las que ellos mismos pasaron...  es un problema histórico donde la confianza se ha utilizado de manera interesada, es un problema de responsabilidad, de mentiras y de engaños, de fábulas y de cuentos chinos en nombre de la democracia. Democracia es libertad, es poder, el  poder de un pueblo para decidir lo mejor para él.

Vivimos atascados cada cuatro años, le quitamos el polvo a nuestros derechos para luego hibernarlos, secuestrarlos o esconderlos.  No falla la democracia, fallan las personas en quienes se le confía la administración de esa democracia, quienes la guardan y custodian bajo la llave del poder, de una mayoría absoluta o de unos pactos puntuales interesados otorgados por unas urnas con trampa, la democracia no es un cheque al portador para quienes se cuelan en una lista porque le cae bien a su jefe político y se ve legitimado para llevar a cabo ese secuestro. Esta democracia es una trampa. El pueblo decide, si,  pero qué decide?. Hay que revisar el proceso, desengrasar la maquinaria y poner en marcha otros mecanismos menos cerrados y más participativos.    

                                                                       
Las crisis no son entes tangibles, son originadas por las personas y por sus errores, y por tanto hechos corregibles. La española es política y de principios, estamos ante una crisis de comodidad, jerarquizada y de poder, una crisis de beneficios, de capital y de mala distribución, es una crisis pendenciera y hereditaria de políticas serviles y chusqueras. Una crisis a la española donde cada cuatro años afloran los lazarillos de turno mientras millones de quijotes siguen soñando con cuentos de caballerías y molinos de viento a quien derrotar. El problema es que se le ha dado demasiado poder a esos lazarillos, se le ha dado veda abierta para utilizar, apropiarse y legitimar lo que no es suyo y ese ha sido un problema de todos aquellos que seguiamos jugando a escribir novelas y mirar hacia otro lado.

Necesitamos sanar nuestras mentes, y utilizar nuestras lanzas para defender lo que es nuestro, no podemos seguir ciegos toda la vida ni dejar que nuestros derechos sean burlados en el nombre de la democracia;  las crisis son corregibles, pero hay que querer corregirlas, si estamos en peligro tendríamos que ser rescatados, un rescate viene porque algo se ha hecho mal y si algo se ha hecho mal es porque ha habido errores y hay culpables. No podemos consentir que los mismos culpables administren ese rescate, porque nos quedariamos en el mismo sitio aunque rescatados. Ese rescate debe repercutir en quienes nunca debieron permitir que se les robara el vino por muy seductoras que resultasen las novelas de caballerias.