Hoy te miro, y no me hablas. Callado, como el día. Nos asomamos los dos a la ventana, y viendo la lluvia caer permanecemos en silencio. Solo la observamos. No sé lo que tiene la lluvia que nos hace enmudecer. Solo miramos. Y pensamos. Es como ese momento íntimo que no compartes con nadie, sino contigo mismo. La miramos, y nos quedamos embobados los dos, como si fuese algo nuevo o especial, pero no lo es. La de veces que habremos visto llover. Hoy es una más.

Miramos las mismas gotas que terminan su camino estrellándose en el suelo de forma violenta, pero estamos en mundos distintos, tú estás en el tuyo y yo en el mío. Solo coincidimos a determinadas horas, cuando me siento frente a ti, y te hablo mirándote a los ojos, o te escribo, cuando me acuerdo de ti, y te digo, ven, siéntate, que hoy mis palabras te acompañarán. Solo un ratito. Son esos ratos, que como el del ahora, quizás compartamos aunque estemos pensando en cosas distintas, viendo el ver caer a la lluvia.
Nuestras mentes, a veces, no son coincidentes. Por eso, te refugias en tu mundo, en tus cosas de todos los días, en la inercia que te marca el reloj y que te ha hecho costumbre, quizás en tu propia mecánica a la que añoras y echas de menos cuando en algunos momentos no la tienes, como ahora, que compartes conmigo el ver caer a la lluvia.
Por eso, a veces, yo mismo me refugio en el mío. En mis recuerdos, mis palabras, las imágenes de mi vida que cada día se transforman y se van cambiando minuto a minuto, en mis cosas también como las tuyas, en mis idas y venidas, en mis viajes por el tiempo hasta llegar a momentos como éste, en el que comparto contigo el ver caer a la lluvia.

No sé, espejo mío qué es lo que me atrae de ti, no sé qué me inspira escribirte y mirarte a los ojos de vez en cuando, reprocharte que no estés más conmigo o compartir la lluvia desde la ventana. Quizás que aunque pensemos en mundos diferentes seamos lo mismo, que aunque vivamos situaciones distintas nunca dejemos de ser iguales, que aunque nunca renuncies a tu mundo prefieras no salirte del mío. Somos tan distintos, a veces, que nos confundimos el uno en el otro. Será que acaso no somos lo mismo?.
Es la lluvia la que me ha acercado a tí esta mañana. Compartirla a través de la ventana la que me ha hecho reparar en ti, bajarme de esos mundos distintos y compartirla contigo, sé que te volverás a ir apenas escampe, pero ha merecido la pena. Yo, mientras, estaré esperando a que de nuevo llueva para ver en silencio, las gotas caer, tu hombro sobre mi hombro, tus ojos sobre el cristal como los míos.
1 comentario:
Bonita entrada. Los dias de lluvia me suelen volver nostalgica. cuando mas pienso en mi, no me ha quedado claro si son la misma persona.
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