viernes, 4 de noviembre de 2011

TRAS EL CRISTAL



   
  Hoy te miro, y no me hablas. Callado, como el día. Nos asomamos los dos a la ventana, y viendo la lluvia caer permanecemos en silencio. Solo la observamos. No sé lo que tiene la lluvia que nos hace enmudecer. Solo miramos. Y pensamos. Es como ese momento íntimo que no compartes con nadie, sino contigo mismo. La miramos, y nos quedamos embobados los dos, como si fuese algo nuevo o especial, pero no lo es. La de veces que habremos visto llover. Hoy es una más.

Apoyados tu hombro sobre mi hombro, tus ojos sobre el cristal como los míos, seguro que mientras mis pensamientos se van hacia un sitio los tuyos vuelan hacia otro distinto. Seguramente yo esté viajando a través del tiempo, soñando con mis cosas o escuchando frases que se te quedan en la mente mientras tú haces otras cosas, lo mismo estás entretenido buscando algún rincón oscuro donde poder pasar el tiempo de manera amena, o lo mismo te entretienes mirando pasar a la gente, observándoles uno a uno, o lo mismo hablas con alguien de las cosas de la vida.

 Miramos las mismas gotas que terminan su camino estrellándose en el suelo de forma violenta, pero estamos en mundos distintos, tú estás en el tuyo y yo en el mío. Solo coincidimos a determinadas horas, cuando me siento frente a ti, y te hablo mirándote a los ojos, o te escribo, cuando me acuerdo de ti, y te digo, ven, siéntate, que hoy mis palabras te acompañarán. Solo un ratito. Son esos ratos, que como el del ahora, quizás compartamos aunque estemos pensando en cosas distintas, viendo el ver caer a la lluvia.

Nuestras mentes, a veces, no son coincidentes. Por eso, te refugias en tu mundo, en tus cosas de todos los días, en la inercia que te marca el reloj y que te ha hecho costumbre, quizás en tu propia mecánica a la que añoras y echas de menos cuando en algunos momentos no la tienes, como ahora, que compartes conmigo el ver caer a la lluvia.

Por eso, a veces, yo mismo me refugio en el mío. En mis recuerdos, mis palabras, las imágenes de mi vida que cada día se transforman y se van cambiando  minuto a minuto, en mis cosas también como las tuyas, en mis idas y venidas, en mis viajes por el tiempo hasta llegar a momentos como éste, en el que comparto contigo el ver caer a la lluvia.

Solos son momentos, muy pocos tal vez, espacios que necesitamos rellenar de nuestra propia presencia, tu hombro sobre mi hombro, tus ojos sobre el cristal como los míos. Quizás todo es así, porque todo tiene que ser así, porque aunque quiera estar más tiempo contigo, compartiendo momentos como éste donde ambos miramos el caer de la lluvia no es suficiente mi deseo, o el tuyo, de tenerme  más contigo. Por eso, solo miramos, callados, ver caer a la lluvia. Tus pensamientos se trasladan a tu mundo, y los míos al mío, aunque miremos juntos la lluvia.

No sé, espejo mío qué es lo que me atrae de ti, no sé qué me inspira escribirte y mirarte a los ojos de vez en cuando, reprocharte que no estés más conmigo o compartir la lluvia desde la ventana. Quizás que aunque pensemos en mundos diferentes seamos lo mismo, que aunque vivamos  situaciones distintas nunca dejemos de ser  iguales, que aunque nunca renuncies a tu mundo prefieras no salirte del mío. Somos tan distintos, a veces, que nos confundimos el uno en el otro. Será que acaso no somos lo mismo?. 

Es la lluvia la que me ha acercado a tí esta mañana. Compartirla a través de la ventana la que me ha hecho reparar en ti, bajarme de esos mundos distintos y compartirla contigo, sé que te volverás a ir apenas escampe, pero ha merecido la pena. Yo, mientras, estaré esperando a que de nuevo llueva para ver  en silencio, las gotas caer, tu hombro sobre mi hombro, tus ojos sobre el cristal como los míos.



1 comentario:

Montse dijo...

Bonita entrada. Los dias de lluvia me suelen volver nostalgica. cuando mas pienso en mi, no me ha quedado claro si son la misma persona.

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