miércoles, 31 de agosto de 2011

NADA NO ES SINÓNIMO DE VACÍO



  He resuelto muchas de las entradas dándole vida a un folio en blanco, otras inventándome personajes o imaginando cosas, extrayendo vivencias o recuerdos o simplemente pensando en voz alta, dejando que la imaginación fluya y que diese vida a las palabras. Llevo unos días pensando en escribir algo, es como una necesidad que uno tiene de escucharse a sí mismo, o tal vez soltar al viento cosas que se te ocurran. Nunca pretendo engañar a nadie con mis palabras, si acaso me pongo a prueba con cada párrafo, tal vez sea como el aire que de vez en cuando necesitamos, callarnos o reflejar las cosas que nos suceden. Escribirte a ti mismo o invitar a los demás a hacerte compañía, mientras tanto estás un poquito solo, te sientas contigo mismo y te escuchas mientras lo piensas y tus dedos hacen de mensajero.

   Nunca sabré si consigo escucharme a través de mis palabras, si acaso expresar algo que sabes que te sale de dentro y que al leerlo entonces sí es cuando te das cuenta que todo lo escrito te resulta cercano, como si en algún momento determinado hubiese formado parte de ti. Supongo que muchas de las palabras que vertimos salen de nuestro propio estado de ánimo, reflejan un momento puntual o casual, queremos compartir algo con los demás a posteriori, pero mientras tanto lo inventamos en soledad, hablamos con nosotros mismos y decidimos nuestra propia expresión.

Sé que todo esto que digo, se quedará ahí, posiblemente acompañado de alguna foto que lo adorne, un título que lo presente o alguna fecha que lo archive, pero la verdad es que es ahora, en este preciso momento,  cuando me encuentro solo conmigo mismo y dejo verter palabra tras palabra. Luego vendrá alguien a leerlo, y por momentos hasta se pondrá en mi lugar, me comprenderá o tal vez no me entenderá, quizás se meta en mi piel y se siente aquí, donde yo estoy ahora mismo intentado reafirmar palabra por palabra o si acaso cambiar algunos de mis conceptos. O tal vez, lea por placer, por el mero placer de sentir lo que en un momento determinado pudiese estar pensando yo, o cualquier otra persona cuando leemos lo que alguien escribe.
 
Supone liberarme aunque no transmita nada, aunque  quien me lea se quede igual que al principio, para mí supone un ejercicio de tranquilidad el poder escucharme a mí mismo para después poder leerme, saber lo que en este momento estoy pensando o lo que no estoy pensando. Tal vez tenga muchas cosas que decir, me sucede que cuántas más tienes menos te apetece sacarlas, como si la obligación de reflejarlas te lo impidiese o te las hiciera guardar para otro momento, o quizás la mente no te fluya con la misma intensidad en cada momento, los hay que te salen, te relajan y se te disparan las palabras por sí solas como resorte u otros que la amalgama de pensamientos se chocasen entre sí y se bloqueasen entre ellos impidiéndote elegir.

Nada de ello ocurre salvo quizás la necesidad de guardar silencio por un tiempo, dejarme llevar por el aire fresco que acaricia mi cara en determinados momentos y no pensar tanto.  Dormir las teclas mientras dejo que mis ojos se cierren por unos días y que mi imaginación regrese de aquel viaje que emprendió, quizás mi cuerpo necesite descansar de mí o mantenerse callado cada cierto tiempo, no sé lo que es, solo lo pienso a veces sin ningún sentido y sin querer lo escribo. Tal vez sea la necesidad de oir nuestros propios silencios para desvelar en algún momento nuestros propios secretos. Nada de eso ocurre, salvo la definitiva necesidad de seguir escribiendo aunque no diga nada, solo por el mero placer de sentir lo que en un momento determinado pudiese estar pensando.

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