miércoles, 11 de mayo de 2011

EN EL LUGAR DEL OTRO



    Hoy me encuentro en ese país que no existe, en el despacho en que no trabajo y me dispongo a escribir mi folio de hoy en blanco. No estoy leyendo nada y ni siquiera respondo a las llamadas de mi teléfono. No pienso cuando escribo, esta noche no he soñado con nada y me dispongo a dejar este día pasar en el calendario como si nunca hubiese existido. Hoy no soy nadie ni soy nada, no me veis ni me leeis, no existo, no estoy.

Hoy me toca ponerme en el lugar de otros, escribir como otros, pensar como otros y tener la misma empatía que otros. Ser otro, pensar como otro, hacer y decir lo que otros dirían o escribirían. Incluso estoy leyendo lo que otros estarían leyendo. Actuaré como hacen otros y haré lo que otros harían.

Retomo mi folio en blanco, sigo aquí, pero en el lugar de otros. Se ha producido un silencio que me ha impedido seguir escribiendo mi propio folio en blanco. Espero. Pero no puedo. Que me ocurre, acaso no puedo hacerlo?. Tras unos minutos de ser otro, me he dado cuenta que no soy el otro, ni siquiera era yo el otro, el otro no existía, bueno, si existía, pero el otro no era yo, era el otro, y yo era yo... el que quería ser otro.

Me he dado cuenta que a veces no puedo ponerme en el lugar del otro, porque yo soy yo, y el otro es el otro. Reflexiono y me pregunto la de veces que intentamos hacerlo, incluso nos justificamos, o justificamos nuestras obras empáticamente al ponernos en su lugar, es como si comprendiésemos mejor lo que el otro hace si nos ponemos en su lugar, pero no es posible, son sus obras, es lo que el otro hace y no lo que hago yo. No sé, si haría lo mismo, tengo dudas, tal vez sí, o tal vez no, nunca lo sabré porque no soy el otro, sino yo. Y el otro, es el otro.

Nos ayuda, tal vez, pensar que hubiésemos actuado igual, o tal vez nos limita el pensar que nunca habríamos actuado igual. Intentamos ponernos en la piel del otro, cerramos los ojos y nos preguntamos si habríamos hecho igual, a veces conocemos las respuestas, a veces no. Pero cometemos el mismo error que yo he cometido, y nos hemos puesto en la situación del otro, y nos hemos preguntado. Solo a veces. Quizás, solo algunas veces.

A veces pienso, que solo intentamos ponernos en la piel del otro cuando algo no está bien, cuando algo está bien no queremos cambiarnos, queremos ser nosotros mismos. O tal vez las dudas de saber si he actuado bien nos pida ponernos en la situación de otro para comprobarlo, para comprobar nuestra propia reacción si quien ha actuado hubiese sido el otro, o tal vez viceversa, comprobar su reacción ante nuestra propia actuación. Es como una terapia de reflexión el saber si actuamos bien o tenemos dudas. Las dudas nos hacen dudar, por eso queremos saber lo que habría hecho el otro, quizás es falta de seguridad, o tal vez de empatía.

Nos olvidamos que hemos sido nosotros mismos quien ha actuado, para bien o para mal, pero nos inventamos un extraño conflicto redentor que nos tranquilice. Nos asomamos al otro, o el otro se asoma a nosotros, y dualizamos la respuesta como ayuda, o tal vez hacemos que el otro se de cuenta de que quien ha actuado así ha sido él y no el otro....

… o sea yo.

4 comentarios:

Rossella dijo...

Qué lío!

Hablas de empatía o de intentar solucionar problemas de uno mismo a través de los ojos del otro?

Reconozco que algunas veces sufro de sordera emocional y soy incapaz de comprender y apreciar los sentimientos de los demás. Aunque en realidad ser empático no debería ser tan difícil y facilitaría mucho las cosas, algunas veces no consigo serlo, y es que claro, yo tengo mi autoconciencia emocional bastante desarrollada, pero la autoconciencia emocional es mia, no del otro. Meterse en la piel del otro es imposible, porque es imposible conocer al otro tan bien como se conoce uno a uno mismo, y un pequeño matiz lo puede cambiar todo.

Por eso no podemos intentar ver nuestra situación como la vería otro, ni juzgar la situación de otro con nuestro punto de vista. Porque cada quien es cada cual y sus circunstancias individuales. Un gesto, la mirada, la postura, el tono, incluso el silencio tienen una interpretación distinta en cada persona y para cada persona, y si esto sucede con las señales no verbales, qué no sucederá con la forma de pensar y entender de cada uno, y con sus actos.

Lo mejor hubiera sido dejar mi folio en blanco esta vez, porque lo que he dicho yo ya lo has dicho tú seguramente mejor...... o no, porque esto lo he dicho yo y no tú, y seguro que hay matices.

efejota dijo...

Cuántas veces oimos en conversaciones la pregunta “te molesta?”. La respuesta dependiendo de la situación de la pregunta suele ser habitualmente automática, “no, para nada”, o podría haber sido “si, un poco”, o tal vez “si, me molesta mucho”

Al hacerse la pregunta de si te molesta, aparece un síntoma de desconocimiento, desconfianza o duda, desconoces algo, si le molesta o no le molesta lo que sea, la haces desde el desconocimiento de la reacción de la otra persona, en realidad te preocupa su reacción y por eso haces la pregunta. Si conoces bien a la otra persona, esa pregunta sobraría porque sabrías ciertamente si ese algo “le molesta” o por el contrario “no le molesta”. Pero surge la duda, de si le molestará o no le molestará, y por eso lo preguntamos.

Suponte que en vez de darte una respuesta automática, el otro en vez de contestarte con un no o con un sí, te devuelve la pregunta y te responde con la misma pregunta, “a ti te molestaria ?”. Si como hemos visto la duda existe hacia el otro, esa misma duda la podríamos aplicar a nosotros mismos, nos molestaria o no nos molestaria?. Quizás, tratándose de nosotros no nos molestaria, pero no sabemos la reacción de la otra persona, por eso se lo preguntamos.

Es cuestión de matices tal vez, o de invertir los papeles, es decir, ponerse uno mismo en la situación del otro. A mi no me molestaría, pero la cuestión es, si fuese a la inversa, te molestaría a ti?. Ante mi respuesta, en el caso hipotético de invertir los papeles, la respuesta podría ser idéntica, o tal vez diferente. Porqué?. Pues, por que quizás seamos diferentes, y lo que a una persona le pudiese molestar, a otra no.

Pero también podria darse el caso contrario, a mi, si me molesta, te molestaría a ti? Posiblemente tendríamos las mismas respuestas, si, no, tal vez, o no lo sé, porque como yo te lo estoy preguntando a tí, es tu respuesta la que busco y no la mía. Ahí es cuando se produce el desdoblamiento del otro o ponerse en el lugar del otro, si a ti no te molesta y a mí sí, si realmente lo que te preocupa es mi respuesta, ya la tienes.

Sin profundizar ni caer en un pozo sin fondo, el ponerse en el lugar del otro a veces significa: “Porqué me lo preguntas?” “Acaso tienes dudas de que si te pones en mi lugar te podría molestar a ti?”

Rose dijo...

Ponerse en el lugar del otro no significa estar de acuerdo con el otro. Meterse en los zapatos de otra persona no quiere decir que tengamos que dejar de lado nuestras propias convicciones y asumir como nuestras las del otro.
Podemos estar en desacuerdo con alguien sin dejar de ser empáticos. Es cuestión de respeto.
Puede que lo que no nos molesta a nosotros le moleste al otro. Si estamos atentos a las señales del otro podemos actuar convenientemente, de forma que las relaciones personales sean más gratificantes, siempre y cuando actuemos con sinceridad, claro.

efejota dijo...

Por eso posiblemente el folio en blanco le haya durado unos cuántos minutos..... y no haya podido ponerse en el lugar del otro. El otro es el otro, y yo soy yo, y tú, eres tú, y cada uno, somos como somos....

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