martes, 31 de mayo de 2011

SOBRAN LAS PALABRAS



      Son tantas las cosas que se te ocurren, tantas las palabras, que no sabes lo que decir. Te bloqueas y algo te impide pensar más allá de enredarte en una maraña de frases que expresen lo que estás sintiendo. Te imaginas un papel en blanco y se lo envías con una sonrisa nerviosa y piensas que cuando lo reciba seguro que sabe todo lo que pone, porque hay momentos que sobran hasta las palabras.

No sé que tipo de magia será esa que te impide expresar la cantidad de cosas que tienes en la mente en un momento determinado y ni siquiera te atreves a decir. Te sientes torpe y muy pequeñito, abrumado por la cantidad de cosas que le dirías o le escribirías; Quieres decirlas todas y te sientes incapaz, son miles y miles las que se te pasan por tu cabeza, haces un esfuerzo e intentas recordarlas todas para que no se te olvide ninguna.

  Creo que merece la pena apuntarlas porque todas se las merece, y no se merece olvidarte ninguna de ellas, necesitas decírselas todas y no guardarte ni una. Piensas en lo que la quieres, en lo que la echas de menos, en las ganas que tienes de verla, en lo bonito que ha sido todo, los buenos y los malos momentos, piensas en tí, en ella, en todos, en todos los momentos vividos, en que ha merecido la pena conocerla, en sus ojos que te inspiran, en sus manos, en aquellas cosas que podríamos hacer o vivir juntos, piensas en el momento de volver a verla, en lo sonrojado que te pones cuando alguien que te quiere te lo hace saber, en cada segundo y en cada minuto, piensas en lo que decirle.

Lo voy apuntando todo para que nada se me olvide, quiero rellenar ese papelito en blanco con cientos y cientos de cosas bonitas que le diría y que quisiera que ella supiera. No sé si seré capaz, las estoy apuntando todas y todas me parecen repetirse, todas parecen querer decir lo mismo, y piensas que eso que te dispones a escribirle ella ya lo sabe, porque lo ha vivido contigo y porque se lo has dicho muchas veces.

Pero hoy es distinto, necesitas decírselas de nuevo, y hoy te fluyen de manera desordenada y muy veloces, hoy son muchas quizás las cosas que le dirías, son tantas que creo que no podría. He pensado en mandarle un email, también he pensado en enviarle un mensaje al móvil, pensé en llamarla, incluso en ir a verla y decírselas personalmente, o escribirle una carta como antiguamente, pero creo que nada de eso valdría hoy. No sé como hacerlo, ni lo que decirle. Hoy no me salen las palabras, se me amontonan y no sé ordenarlas.

Me tranquiliza saber que todas esas cientos de cosas que estás pensando ella ya las sabe, pero sientes la necesidad de volver a expresarlas y de que le lleguen, de entre todas las cosas que piensas incluso alguna te dice que se las tienes que hacer llegar porque las necesita, de la misma forma que tú las has necesitado alguna vez, pero hoy no es fácil, porque son muchas. Hoy quieres decirle tantas cosas.

Llevo bastante tiempo intentando ordenarlas todas, incluso apuntando algunas para que no se me olviden a la hora de decírselas. Miro el papelito sobre el que se las voy a escribir mientras pienso en la forma de hacérselas llegar, creo que ya he pensado bastante y que no se me olvidará ninguna. Las recibirá todas, sabrá perfectamente lo que estoy pensando y la cantidad de cosas que le quería decir.

Pero mi mano apenas me obedece, se traba torpemente y no me salen las palabras, voy a relajarme y tranquilizarme, voy a leer lo que he escrito y seguro que cuando lo lea ya sí podré escribirle todo.

Que curioso. Antes había puesto esto: “Te imaginas un papel en blanco y se lo envías con una sonrisa nerviosa y piensas que cuando lo reciba seguro que sabe todo lo que pone, porque hay momentos que sobran hasta las palabras.”

Eso está muy bien, pero no es eso todo lo que había apuntado, y seguro que no es eso todo lo que había pensado, ni lo que ella merece, piensa un poco y escríbele en ese papelito todas las cosas que quieres decirle, ella no se merece un papel en blanco. Merece que se las escribas todas una por una y que las lea todas, aunque sean tantas.

Creo que al final lo he conseguido, al final he podido ponerle todas las cosas que estoy pensando y todas las que siento. Ya no es un papelito en blanco, ya están todas escritas sobre él, las miro y las leo en voz alta antes de enviárselas.

“….. Gracias.”

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