sábado, 3 de septiembre de 2011

SEGUNDA PLANTA

  
   Apago el ordenador, ya se me cierran los ojos. Apago la televisión desde el mando, y bajo las persianas. Apago la luz de la mesita azul y me acerco hasta la cocina. Bebo un poco de agua fresca, y apago la luz. Cierro la puerta con llave por dentro y le doy al interruptor de la luz de la escalera.

Mi cuerpo está cansado, y subo lentamente cada peldaño, los listones del parqué suenan bajo mis talones, me paro en la primera planta y miro hacia abajo, todo está en silencio, como apagado. Sigo subiendo y llego hasta la segunda planta. Abro la puerta y enciendo la luz, me acerco a la mesita de noche y enciendo la lámpara pequeñita, apago la luz de arriba. Enciendo la tele, y me  dirijo hasta el fondo de la habitación.

Me quito las chanclas, y suelto el vestido dejándolo caer al suelo. Descalza me dirijo hasta el cuarto de baño, enciendo la luz, y empiezo a desmaquillarme, me miro al espejo, me vuelvo a mirar. Cojo el cepillo de dientes y me los lavo con parsimonia. Apago la luz y me dirijo a mi cama.

Tiro los almohadones al suelo, y levanto la sábana, dejándola caer hacia atrás. Levanto un poco la persiana que hay sobre mi cabezal porque hace bastante calor. Me meto en la cama, me suelto el sujetador y me tiendo a todo lo largo. No me gusta lo que ponen en televisión, agarro el mando y la apago. Me quedo en silencio. Acerco mi mano hasta el paquete de tabaco, y enciendo un cigarrillo, acerco el cenicero a mi lado, y miro al fondo desde donde se ve el castillo, las luces silenciosas de la bahía. Pienso mientras fumo.

El silencio me envuelve, pienso en muchas cosas sin dejar de mirar hacia el ventanal del castillo, como buscando las luces del horizonte. La luz de la sobremesa es tenue, y apenas se oye ruido desde la calle. Me encuentro en silencio, pensando y fumándome un cigarrillo. Repaso lo que he hecho durante el día, pienso en todo lo que me ha sucedido, y me acuerdo de muchas de las cosas que he hablado por internet como intentando recordar algunas.

 Pienso en ti, y miro a mi lado de la cama, y te echo de menos, ahora estoy pensando en ti. En lo que estarás haciendo, intento imaginarte también allí tumbado en tu cama, fumándote un cigarrillo, y mirando hacia el techo, pensando. Te imagino pensativo y relajado. Como yo. Siento que nuestros pensamientos en este momento estarían sincronizados, y que te estarías acordando de mí.

Apago el cigarrillo en el cenicero y lo dejo sobre la mesita. Miro el reloj, son las dos y veinte, miro el móvil, está en silencio como el resto de la habitación.  Dirijo mi mirada por la habitación, me detengo en un cuadro, y te imagino en él.  Alargo la mano hasta la lámpara y apago la luz. Solo veo el reflejo de las farolas de la calle, y las luces del horizonte a través del ventanal de enfrente. El resto es oscuridad. Pero no tengo sueño.

Ahora, de nuevo estoy pensando en ti, pero ahora lo hago a oscuras, y casi no te veo, tengo que imaginarte, y empiezo a sentirte como más cerca de mí. Es un deseo, sonrío un poco mientras no dejo de pensar en tus últimas palabras, en las cosas que hemos estado hablando hace un rato, así como si quisiera volver a repasarlas, a recordarlas. Como si quisiera sentir tu presencia aquí, como si estuviese esperando a  oir tu voz, a que me hablaras. Pero sigo en silencio, y no tengo sueño.

Me veo mirando hacia arriba, en dirección a la oscuridad del techo, como buscando un puntito que me haga detener mi mirada. Sigo pensando en ti, y no tengo sueño.

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