lunes, 5 de septiembre de 2011

NÓMADA


Hace algún tiempo que recuperé mi tan deseada libertad. Estaba viviendo con una sensación de ahogo que no me dejaba disfrutar de aquella hermosa casa, una casa que yo mismo construí con gran esfuerzo, y por qué no decirlo, con gran ilusión y esperanza de que fuera la definitiva, mi lugar de reposo, mi refugio, mi seguridad.

Aquella casa fue durante mucho tiempo un lugar espacioso en el que me sentía bien, rodeado de mis cosas, objetos que me habían acompañado durante largos periodos de mi vida y que formaban un gran bagaje de sentimientos, lugares comunes, vivencias, aprendizajes... Aquel era un buen lugar para Vivir y para Compartir.

Yo construí aquella casa y aquella vida, sin darme cuenta de que me estaba equivocando. No me di cuenta, lo juro. Pensé que todo iría bien y me esforcé por decorarla, cuidarla, hacerla mía. Y no me di cuenta, cerré los ojos sintiéndome a cobijo en sus entrañas. Pero la casa cada vez estrechaba más sus muros contra mi espalda y contra mi pecho. Las luminosas y amplias estancias se iban volviendo cada vez más estrechas hasta llegar a ahogarme. El aire se volvió denso y viciado.Y salí.

Salí sin llevarme nada, dejándolo todo atrás, sin equipaje, sin mis cosas, sin mi Vida, pero con unas ganas enormes de hinchar mis pulmones de aire fresco.

Me gustaba esta nueva forma de vivir. Libre, sin más ataduras que las de un colchón donde poner a descansar mis huesos, media docena de libros, un par de tejanos y cuatro camisas.

Estaba donde quería estar, a pesar de estar sólo. Mi nueva casa, aunque más pequeña, me daba lo que yo quería y no me exigía nada a cambio. Estaba cómodo. El único fallo que le podía encontrar era que desde sus ventanas no podía verse el mar. El Mar..... Necesito el mar... El mar es mi Vida. Necesito su olor, su sonido, su color, su brillo, su oscuridad...

Tenía que estar cerca del Mar! No podía dejar de pensar en ello. El Mar era mi compañía. Y salí a buscarlo.

Y volví a salir tan ligero de equipaje como la primera vez.

Ahora desde mi balcón al mar me quedo pensando muchas noches mientras fumo un cigarrillo: Estoy donde quería estar, pero este no es mi sitio definitivo. Sé que estoy de paso, como los nómadas. También me iré de aquí y seguramente muy pronto. Volveré a llenar mi bolsa con las pocas cosas que me acompañan y buscaré de nuevo.

No sé a dónde iré, no sé si será Mi Lugar el que me retenga en la próxima parada. Pero empiezo a estar cansado, a añorar mis cosas, mis libros, mis discos... un lugar en el que poder decir Me Quedo.

Algún día llegará a mi ese lugar, abriré sus puertas y dejaré que su luz me inunde de paz. Entonces desharé por última vez mis maletas, me descalzaré, sentiré su suelo bajo mis pies y empezaré una Nueva Vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario