viernes, 30 de septiembre de 2011

PENSATIVA



  Había perdido la noción del tiempo y de todas las cosas, permanecía allí quieta y sin saber realmente lo que pensaba. Parecía como si nada tuviese sentido, como si ese viaje que había iniciado con toda la ilusión del mundo hubiese perdido su interés. Su nueva vida engullida por sus recuerdos, la devoraban y aunque ha luchado aún sigue siendo prisionera de su pasado. No logra quitárselo de su cabeza. Todas estas semanas en que creía haber descubierto una nueva sensación se había diluido en unos minutos.

No sabía lo que hacer, miraba y miraba una y otra vez hacia aquella puerta del ascensor como sintiendo la necesidad de que se abriese, los imaginaba arriba y no podía evitar esa sensación de abandono y soledad que siempre le había acompañado. No era rabia, era otra cosa que ni se atrevía a pensar. Que hacía allí, se estuvo preguntando, porqué no sentía lo mismo que esa misma mañana, qué habría sucedido para que su forma de ver las cosas le alterase tanto, muchas preguntas y ninguna respuesta parecía querer darse.

Lo cierto es que miraba hacia la puerta del ascensor, y no hacia la entrada de la cafetería. Un pensamiento fugaz le invitó a sacar el móvil del bolso y marcar su número, tentada de pedirle perdón, decirle que bajara y que empezaran de nuevo, pero no lo hizo, solo fue un pensamiento de tantos que le desgarraban por dentro. Nunca creyó que podría verse tan afectada. Bebió un buen sorbo, miró el reloj, miró de nuevo al móvil como si tuviese el presentimiento de que en algún momento le fuese a sonar. Lo deseaba.

Encerrada en sus pensamientos apenas se dio cuenta cuando unos dedos le tocaron por la espalda.

_  ¿Miriam?
_ Si, hola…..
_ Soy Saúl…

Le dio dos besos en la mejilla, e intentó disimular su nerviosismo. Ante la disculpa de él solo asintió sin quitar la vista de la puerta del ascensor. Sus nervios no le habían permitido fijarse bien en él. Alto, moreno, buena presencia, parecía bastante más joven que ella, y mucho más tímido que en la pantalla. Fueron unos segundos imprecisos de supina torpeza en donde ninguno de los dos atinaba a decir la frase más oportuna. Rieron, él se pidió una cerveza y ella un nuevo whisky. ¿Cómo estás?....Bien….. Estaba deseando verte….. Yo también…..

No era lo mismo. El calor de aquellas noches delante de la pantalla contrastaba con la inseguridad del momento. La vió un poco aturdida, le vió demasiado joven para ella. Creía que se encontraba delante de otra persona totalmente distinta con la que hablaba por internet. No se parecían en nada. Y ella seguía con su mirada en la puerta del ascensor.

Le contó las peripecias de su viaje y las causas de su retraso, los nervios de los últimos tres días y las ganas que tenía de que llegara ese momento. Ella apenas asentía, hablaba poco, solo le miraba con cierta frialdad. A él se le veía ilusionado. Le había gustado y se había percatado. El en cambio a ella al menos en esos momentos le supo a indiferencia, alguien conocido intentando llamar su atención. Tuvo miedo de parecer arisca, fría, cortante, intentó  sonreir  y decirle alguna palabra amable, pero no lo sentía. Estaba incómoda.

Los silencios sustituían a la fluidez de las palabras, él intentaba reconducir la situación buscando las frases más adecuadas, incluso intentó alguna broma sin mucho éxito. Sin duda, no estaba. Se lo preguntó. ¿Te ocurre algo? ¿Desencantada?...... No, no es eso. Tengo que ir un momento al lavabo, me perdonas?.

Cogió el bolso, y salió dirección al baño de forma apresurada. Se paró frente al espejo…… Se estuvo mirando un buen rato, volviéndose a hacer preguntas, preguntas sin respuesta, y sobre todas una, ¿Qué estoy haciendo aquí?.

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