_ ¿Te apetece charlar?
_ Si,
_ ¿Cómo estás?... Me llamo Saúl.
_ Yo, Miriam, encantada….
Ella sabía que aquel nombre era ficticio, al igual que el suyo. Pero no le importó, solo era el principio de una compañía que en ese momento necesitaba. Las palabras que emanaban de aquella pantalla parecían cercanas, te sientes sola fué la siguiente, como si la estuviese esperando, si, hoy me siento especialmente sola, ya somos dos….

Estuvieron horas delante de la pantalla, y conforme avanzaba el tiempo, mejor se iba sintiendo, hacía tiempo que no se sentía tan acompañada. Quizás el anonimato le diese ese punto de confianza que necesitaba, esa seguridad que había perdido, había disipado todos sus traumas de un plumazo y por una vez se sintió cómplice de alguien a quien no conocía. La expectación iba creciendo al mismo ritmo que el morbo que le suponía imaginarse a la otra persona, mientras hablaba no dejaba de preguntarse como sería, intentaba imaginarlo sentado en su sillón enfrente de ella, hablándole, escuchándole, en el silencio de la madrugada.
Eran las cinco de la madrugada, había sido una noche especial, y se sentía bien, pero cansada. Se despidieron, y quedaron para hablar al día siguiente sobre la misma hora. Se acostó, no sin antes, quedarse unos minutos delante de su espejo nuevo.
No pudo conciliar el sueño, y volvió a hacerse las mismas preguntas…. Cómo sería, sería alto, guapo, estaría casado, se sentiría tan solo como le había dicho o solo era un farol para poder ligar en una noche mala. No le importó demasiado no haber entrado en ese tipo de conversación tan evidente, se abrieron los dos desde el primer momento y fueron al meollo de lo que realmente les preocupaba, sus vidas, su presente.

Estuvo todo el día expectante, como nerviosa, deseosa de que llegase la hora, se le hizo el día largo, intentó centrarse en su trabajo, estar muy ocupada, pero no podía dejar de quitárselo de la cabeza. La ansiedad le pudo.
Llegó a casa, se encontraba rara, miraba el reloj y se lo imaginaba también esperándole. Encendió la pantalla, y esperó, buscó su nick pero no estaba. Comenzó a ponerse nerviosa.
No paraba de buscar nicks, esperando que apareciese. Pasada media hora de la convenida pensó lo peor y se sintió idiota, tenía que haberle pedido algún dato, su correo, su teléfono, pero no lo vió oportuno, le transmitió tanta confianza que nunca dudó de que ese día estaría de nuevo ante ella.
De repente se iluminó la pantalla y sin darse cuenta se abrió una ventanita, hola, soy Saúl. No era el mismo nick del día anterior.
Respiró…. Sonrió…… Hola, como estás?.....
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