miércoles, 8 de junio de 2011

MOMENTO


Es de esos dias que sabes que tienes que escribir algo y no sabes de qué, imagino que será cuestión de dias o de tiempo tal vez, hay momentos que todo te sale por inercia y te brota quizás desde dentro, momentos en que necesitas soltar letras sin parar y desalojar esa cantidad ingente de cómo, porqué o cuando, de esas preguntas sin respuestas que te invitan a soltar ese lastre que te aprisiona y te sobra dentro de tí. Pero cuando obtienes las respuestas y el equilibrio vuelve a tus dedos, solo te queda volver a tu propia imaginación o volar allá donde siempre recoges aquello que te pasa, que vives o que piensas.

Supongo que éste será uno de esos momentos. Necesitas de tirar de tu propia vida para poder escribir algo, alguien dijo una vez que entrar en éste blog era como entrar en una habitación y ponerse a remover entre las sábanas, y razón no le falta, ya que muchas de las palabras que se vierten en él vienen dadas por las propias vivencias de sus autores, muchas de las frases que se encierran entre estas paredes vienen construidas desde la intimidad de esa habitación, y hoy de nuevo recurriré a ella.

Sucedió la otra noche, bien entrada la madrugada y cuando el silencio era dueño y señor de ese nuestro campo de sueños. Algo me despertó, últimamente teníamos la costumbre de dormir con una pequeña luz tenue que nos regalaba la pequeña sobremesa, unas veces por descuido otras por simple decisión la manteníamos encendida como vigía de nuestras horas; me incorporé sobre mi cuerpo y fue cuando me quedé inmóvil mirándola.

Todo permanecía en silencio, nuestros cuerpos agotados habían caido rendidos en los brazos de Morfeo bien entrada la madrugada y recogían horas de sueño atrasadas de otros días. Ella estaba tendida, medio tapada con la colcha, su rostro iluminado por la luz amarilla que le hacia resplandecer aún más su belleza dirigido hacia mí, sus ojos cerrados por el cansancio de un sueño acaparador que en ese momento la envolvía. No pude evitar mirarla, y algo me sostuvo durante unos minutos, de pronto me vi allí, bastantes minutos después, seguía mirándola y así permanecí durante un buen rato. No sé lo que me pudo suceder en aquel momento pero algo me impedía dejar de contemplar como dormía, de observar su cuerpo y su rostro, de quedarme absorto dibujando la linea de sus labios, la silueta de su cuerpo, la belleza de sus ojos o el color de su enredado pelo.

No recuerdo lo que pensaba en ese momento, solo la miraba. Miraba como dormía y me sentí incapaz de poder desviar mi mirada de ella, de repente había desaparecido todo el sueño acumulado, el cansancio y lo intempestivo del momento, la luz brillaba en su rostro y se reflejaba en mi retina. Supongo que se me pasarían miles de cosas por la cabeza en ese momento, de recuerdos, de instantes o cosas que nos han pasado, contemplaba su figura impasible e inmóvil, fija y sin pestañear, como absorto o hipnotizado.

Intenté detenerme en su boca, y la vi perfecta, trazada de forma maravillosa por esos labios rosáceos que ligeramente entreabiertos parecían sonreirme, sentí esos labios y de pronto un cálido beso se posó sobre ellos de forma sutil y suave sin poder evitarlo. Ni se inmutó, mis ojos se detuvieron entonces en su cara, blanca, suave, pálida, preciosa, y sin quererlo de pronto sentí como el roce de uno de mis dedos se dirigía hacia ella sin tampoco poder evitarlo. Me fijé en sus ojos, cerrados, como mirándose por dentro, pensé que en ese momento soñaría con sus cosas y que tal vez se encontrase en alguna historia bonita recreándose en sus sueños.

Miraba su cuerpo semidesnudo y lo contemplaba con placer, lo admiraba y lo deseaba, casi sin querer de nuevo mis labios se posaron sutilmente sobre su pecho besándolo de manera suave, entonces su cuerpo se movió inquieto durante un instante, como recibiéndolo en sus sueños y se giró por un momento como abrazando al intruso que en ese momento rompía su descanso y entorpecía sus sueños.

Por un momento, me pareció verla abrir sus ojos, pesados, con dificultad, me miró y me vio allí mirándola fijamente, sonrió y de nuevo los volvió a cerrar. Yo seguí un rato más mirándola, contemplándola, viendo como dormía, como soñaba....

Mientras la observaba dormir, no dejaban de pasar por mi cabeza miles de escenas de ella en otros momentos, y me pasó la película de ese día, y la de esa noche, y la veía reir, y cuando estábamos cenando en aquel restaurante, y cuando se desvestía, y cuando mirábamos la tele, y la veía caminar, y la veía sentada, la veía hablar. Apenas me di cuenta de que ya llevaba un buen rato mirándola y pensé que aquel estaba siendo un precioso momento, sonreí, me gustaba mirarla mientras dormía, me gustaba estar allí en aquel momento.

  De nuevo me tumbé junto a ella, la abracé, y noté como aún durmiendo se abrazó a mi sin abrir los ojos, apagué la luz y cerré los ojos. En la oscuridad sonreí, y sintiéndola aún sin verla por la oscuridad, la seguía mirando alli dormida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Balsac, has escrito algo mas sobre Laura Campos, ahora que esta fuera y con Marcelo en Malaga?

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