sábado, 28 de mayo de 2011

LA VIDA LOCA


Giraba la noria y un vuelco en el estómago me hacia presagiar lo peor, temí por el algodón de azúcar que minutos antes me había tomado y una sensación de miedo y emoción me invadió cuando debajo los veía a todos tan pequeñitos, sonreía gritándoles cada vez que la noria descendía y agitaban sus manos para saludarme, ehhhh me gritaban y yo les chillaba con un grito más de espanto y desahogo que otra cosa mientras de nuevo comenzaba a subir. Aquel bocinazo final me resultó prodigioso y ver como la velocidad se aminoraba y el murmullo de la gente de nuevo se apoderaba de mis oidos. Lo primero que había hecho cuando llegué es lo de siempre, irme directamente al tiovivo corriendo a sacar las dos fichas, era el inicio de siempre. Subirme y rotar alrededor de ellos, levantar las manos a su paso, que cada vez era más rápido, y esa sensación de trote que te imprimes cada vez que subes y bajas al mismo tiempo que das vueltas era una de mis pasiones favoritas.


Mi paso por los coches eléctricos era obligado aquella tarde, donde mis amigos estaban arremolinados alrededor de aquel banco de tubos, mientras escuchaban la música alta y esperaban a que alguien con ficha les invitara a subir a alguno. Nacho subió conmigo, y empezamos como locos a darle vueltas al volante y a gritar, la tomamos con nuestras amigas que habían cogido otro de los coches, las perseguíamos por la pista y cuando se atascaban al final de ella, era cuando aparecíamos nosotros por detrás y le embestíamos entre risas. Siempre nos la devolvían en algún descuido y luego terminábamos echándonos en cara lo sucedido y retándonos para el próximo viaje.

La verdad es que fue una tarde mágica, divertida y llena de colores y sabores. Había empezado a anochecer y decidimos irnos al bar Luis a sentarnos en las sillas metálicas de la terraza a disfrutar de la tarde. Siempre quedábamos alli todas las tardes, y el poco dinero que teníamos lo empleábamos en una coca-cola interminable que nos permitía estar allí sentado durante horas. Allí estábamos todos sentados, ellas y nosotros mezclados, diciendo tonterías como siempre y riéndonos de todo bicho viviente que pasaba en ese momento por allí.

Las bromas se sucedían mientras unos ya se habían retado al futbolín y estaban dando cuenta de ello. Siempre terminaban apareciendo secretos a voces e indirectas que a más de uno siempre nos hacía sonrojar, sobre todo cuando el comentario o la broma iba relacionada con la chica que me gustaba, y que disimuladamente en ese momento cogía a Esther del brazo para ir un momento al baño. No lo pude evitar, siempre me daba un poco de vergüenza verlos a todos mirándome fijamente y riéndose a carcajada limpia con esas bromitas indirectas. Pero eso mismo nos pasaba a todos creo. Nunca hacíamos planes, solo estábamos allí, las conversaciones se sucedían de unas a otras creciendo desde comentarios chisposos y entre risas, no necesitábamos nada, solo estar y eso siempre era suficiente para pasarlo siempre bien.

Fue un momento mágico y entrañable el que pasamos, pero se iba haciendo de noche y decidimos irnos todos a la casa del Sebas, ya que sus padres esa noche se habían ido fuera y podíamos formar allí nuestra fiesta. Conforme íbamos llegando íbamos cogiendo cervezas que habíamos comprado en la bodega del Sevilla, junto con cubitos y algunas botellas de ginebra y las respectivas coca-colas de dos litros. Jose Pablo, el gordito, era el que siempre estaba detrás del tocadiscos, ellas estaban todas sentadas en el sofá y nosotros andábamos haciendo el tonto por allí con movimientos ridículos en medio del salón, todos teníamos un vaso en la mano.

Fumábamos mucho, y poco a poco conforme íbamos bebiendo nos íbamos animando todos, la improvisada pista que habíamos preparado ladeando los muebles cada vez estaba más llena, parecía que se hacía el movimiento en toda la casa, las puertas de las habitaciones se abrían y se cerraban de manera misteriosa, el baño siempre estaba ocupado, ya aparte de bailar cantábamos al unísono con el disco todos juntos y levantábamos las manos con frenética marcha. Las risas atronaban por las paredes, ellas ya parecían más desinhibidas y algunos no hacíamos más que pincharle al gordito para que pusiese alguna lenta de vez en cuando. La verdad es que nos pusimos todos hasta el culo, pero lo pasamos muy bien como siempre.

Luego habíamos quedado en la terraza del Puerto para tomarnos algo. Se estaba bien allí, tranquilos, viendo a la gente pasar y charlando de temas de actualidad. María nos hablaba de lo agobiada que se encontraba porque estaba en la peor semana de exámenes y llevaba muchos días sin dormir, había salido ese rato para despejarse un poco, Paco como siempre nos comentaba sus sinsabores políticos y se pasaba todo el rato poniendo a parir a “los otros”, Diego no dejaba la mano de Pili ni un instante, siempre se les había visto muy enamorados, y ya estaban haciendo planes de boda. La verdad es que esos ratos en que nos volvíamos a ver un poco después de que casi todos pasáramos la semana fuera, siempre resultaban la mar de agradables. Era nuestro momento tranquilo y de confidencias y pensamientos reflexivos. Ya no nos reíamos tanto, pero hablábamos mucho más y la sensación siempre era profunda. Decidimos levantarnos, hoy la ronda la había pagado Carol, puesto que era su cumpleaños. Habíamos decidido irnos después a la discoteca a terminar la noche.

Bueno, yo no fuí. Habíamos quedado con Pedro y Juani, y los niños para ir a cenar a “La Barraca” como todos los sábados. Era el poco rato que salíamos y no podíamos perdonar ese momento, aunque había dias que nos quedábamos en casa viendo el partido y allí pedíamos unas pizzas y luego nos tomábamos unas copas viendo alguna peli de video; Otras veces eramos nosotros los que íbamos a su casa, pero la mecánica siempre era la misma. Ellas hablaban de sus cosas, de sus ropas, de los niños, y nosotros siempre terminábamos hablando de fútbol, y yendo a comprar tabaco para tomarnos un cubata de estrangis, no sé porqué siempre pensábamos que ellas no sabían donde íbamos y que eran tontas, porque como cada vez tardábamos más en encontrar el tabaco, en el sitio cercano se había agotado y habíamos tenido que ir a otro sitio, o sea, cada vez estábamos mejor solos y una copa rápida se convertía en dos más lentas y una partida de billar.

Ya eran casi las dos de la madrugada, los niños hacían rato que se habían quedado dormidos... y ella también. Me apetecía volver al Puerto a dar un paseo, allí me encontré por casualidad con Elisa, hacia mucho tiempo que no la veía y siempre nos habíamos tenido mucho cariño. Decidimos sentarnos a tomarnos una copa, y nos pusimos a hablar y hablar y a contarnos muchas de las cosas que nos habían sucedido desde entonces. Fue de la manera que me enteré de que hacia poco tiempo que se había separado y de la manera que ella se enteró que a mí me había pasado lo mismo. Hablamos sobre todo de la vida, del camino que llevábamos recorrido y de lo mucho que nos acordábamos de todos, de todos los que hacía tanto tiempo que no veíamos. La verdad es que fué una charla agradable, estábamos contentos y decidimos irnos a su casa a tomarnos la última copa.

La tarde noche había sido intensa, pero había merecido la pena. Me despedí de ella con un par de besos, y ya casi amanecía, me apetecía dar un último paseo por la playa. En ese momento me terminaba de dar cuenta de que estaba solo, de que paseaba solo. Veía amanecer y como el cielo se iba anaranjando y las gaviotas empezaban a chirriar su pico en busca de comida. Ese día no me apetecía dormir, llegué a casa y me pegué una ducha refrescante. Encendí el ordenador y me dispuse a escribir, cuando de pronto veo que tengo en la entrada del correo un email.

1 comentario:

Rose dijo...

Eres genial, lo sabes, no?
Pues por si no lo sabes, te lo digo yo.

Me encanta lo que has escrito.
Me has hecho volar en el tiempo.

Pasa la vida.... sin darnos ni cuenta. Disfrutamos el momento y no nos damos cuenta de nada más, hasta que un día algo hace clik en nuestra cabeza y miramos atrás... Y nos damos cuenta de lo fácil y lo difícil que es vivir. De lo fácil que era todo y de cómo hemos llegado hasta aquí.
Pero este aquí también pasará... lo queramos o no.

Putotiempo, que hace con nosotros lo que le da la gana...

Abrir los ojos, mirarlo todo desde el principio y ver que tampoco ha estado tan mal, que todo pasa, lo bueno y lo malo, todo. Sólo hay que recorrer el camino...

Vivir el momento? Mirar atrás? De todo se aprende? Hemos aprendido? Hay que seguir, no queda más remedio. Siempre llega algo que nos hace ir hacia delante, algo que irremediablemente nos empuja a seguir viviendo, a seguir sintiendo el estómago revuelto, las embestidas de un coche de choque, la tranquilidad de una charla, la rutina, el amor, el desamor, la compañía, la soledad, la esperanza... todo nos empuja.

Y seguimos...

Publicar un comentario