martes, 5 de julio de 2011

CREMA INGLESA

Solo  un vestido corto porque el calor de la tarde apretaba, mientras utilizaba el pincel y redecoraba viejos muebles que habían quedado añejos le inspiraba la suave música que envolvía aquella habitación, en silencio tarareaba mirando de reojo la terminación en crema inglesa y volviendo atrás a dar pequeños retoques,  momentos ocupados entre manos ocupadas y mente volando hacia horas atrás,  suavizando el trazo para envolver  de cera nuevos colores mientras sus recuerdos volaban hacia aquel rinconcito escondido  frente al mar sintiendo la brisa en su rostro tomando aquellas cañitas.

Pasea la mente mientras corre suave la pintura por la madera y se recrea en aquel pueblecito de pescadores, cenando a la luz de las estrellas y oyendo las olas romper,  paseando con su vestido blanco por aquellas pequeñitas calles cogidos de la mano y oliendo a mar. Tomándose esa penúltima copa a vueltas de nuevo en aquel rinconcito escondido frente al mar,  viendo a la gente pasar o simplemente charlar.  Momentos de silencio  el mar solo te hace pensar, envolverte en ese misterioso placer que te calla y te funde en sus brazos dejándote llevar.

 Bebes agua y revisas todo, das algunos retoques y los miras una y otra vez.  Su claridad ahonda en tu propia luz y te abre los ojos mientras saldas con ellos algunas cuentas pendientes, sin evitar volver de nuevo tu mente hacia aquella mañana en la playa, tumbados bajo el hiriente sol que tanto nos castigó, sobre aquel mar cristalino que nos invitaba a bañarnos en él  abrazados y que muy de vez en cuando nos llamaba. Aquellos ratos de sombra y sueño con sabor a sal, aquellas horas ajenas al mundo y salteando piedras o aquellas nuevas experiencias vividas.

 Y conforme vas viendo la obra terminar, la remiras y la ves como  nueva, como si algunas cosas hubiesen cambiado, aunque son las mismas sabiendo que el color no lo es, se ha abierto una nueva ventana y algo ha tapado lo viejo y lo oscuro y con unas simples pinceladas ha llegado una nueva luz, un nuevo  color. Simplemente distinto. Como distinta aquella noche tumbados en aquella terraza fumándonos aquel cigarrillo y tapados con toallas, oyendo el murmullo de la gente que quería que no acabara la noche,  como nos mirábamos y nos deseábamos y nos tumbábamos abrazados a reírnos de aquel día en la playa, o de aquellas horas al sol. Notaba tu compañía y tú sentías la mía, apenas nada nos recordaba ni caímos en el mar en calma, solo estábamos  tu y yo cuando nos entró frio y nos metimos para dentro.

Es hora de recoger, y no paras de mirar lo que para ti son tus nuevos muebles, tu nueva vida que te acompañará a todas horas a partir de ahora, y cuando te sientes en el sillón no podrás evitar volver a mirarlos y pensar que tus propias manos han sido los que los han pintado sin la ayuda de nadie.  Era la hora de hacer la maleta, pero no aquella maleta sino otras maletas, y nos resistimos a dejar todo aquello, apuramos las horas entrando en cualquier tiendecita a comprar algo, a ver, a permanecer allí, o nos tomamos las últimas cañas como no queriendo que todo aquello terminase ni volver a la realidad, enfilar la carretera que de nuevo nos alejara de ese mar en calma, de esa luz o de ese color que tan nuevo nos hizo parecer todo.  

De ese rinconcito escondido frente al mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario