martes, 19 de julio de 2011

LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS



Para los griegos las palabras siempre fueron “divinas”, sin embargo  sus filósofos se enorgullecían  mucho más de sus silencios.  Sócrates decía que la escritura no era el lugar apropiado  para la transmisión del conocimiento. Cuentan que Platón en su juventud habría escrito multitud de tragedias y que cuando conoció a Sócrates quemó todos sus escritos y se dedicó a vivir su filosofía a través de lo que comúnmente conocemos como diálogo. Es a través de éste como entendían la mejor forma de llegar al conocimiento y a la verdad.

 Platón presentaba el diálogo como el escenario adecuado del 
pensar, incluso del pensar solitario y silencioso.

¿Qué entiendes por pensar?:   Un discurso que el alma se dirige a sí misma sobre los objetos que considera. Me explico como un hombre que no sabe muy bien aquello de que habla, pero me parece que el alma, cuando piensa, no hace otra cosa que conversar consigo misma, interrogando y respondiendo, afirmando y negando, y que cuando se ha resuelto, sea más o menos pronto y ha dicho su pensamiento sobre un objeto sin permanecer más en duda, en esto consiste el juicio. Así pues, juzgar, en mi concepto, es hablar, y la opinión es un discurso pronunciado, no a otro, ni de vida voz, sino en silencio y a sí mismo. ¿Qué dices tú?"

Yo digo que las palabras no solo dan respuestas, sino algo mucho más poderoso, otras preguntas. Decir algo es muy importante, pero más importante es a veces  no decirlo. Porque el silencio también tiene palabras, pero son palabras guardadas, elegidas, que esperan pacientes el momento de ser reveladas. Las palabras a veces distraen, engañan, son pensamientos hechos acción, están ahí, vírgenes y listas para ser usadas. A veces, provocan, inquietan, movilizan, despiertan y te despiertan, nos preguntamos a quien pertenecen, de quien son, de que sirven si uno las dice y nadie al otro lado las recibe, que valor tienen si nadie las escucha.  Sin palabras no hay silencios, sin silencios no hay palabras.

A veces no sabemos porqué callamos y otras, no sabemos porqué hablamos. Dicen por ahí que una imagen vale más que mil palabras, y yo digo que una palabra cuando tiene valor puede contener más de mil imágenes.  Uno nunca se da cuenta de todo lo que tiene que decir hasta que empieza a decirlo, están y permanecen ahí, en nuestra cabeza, atrapadas, y quieren salir, quieren ser dichas, a veces gritadas….. una palabra dicha, gritada, susurrada, incluso no dicha puede ser una revolución, una auténtica lluvia de cualquier cosa inesperada, una sorpresa o cierto tipo de descubrimiento.

Son frutos del silencio, y del diálogo, armas para conocer y para saber, alteradas o equilibradas fluyen cuando deben hacerlo, ni antes ni después, y ante tus preguntas fluyen a borbotones mis respuestas, empiezo a buscarlas a través de mis propias preguntas, en solitario o por escrito, mírame y mírame a mis ojos, o mira el reloj que te dirá la hora si se la preguntas, descúbreme y acierta mis respuestas de la misma forma que descubriste otras a través de una simple conversación, de un simple diálogo, de unas risas con unos vinos, y aprenderás a conocerme por ti misma.

 Responder suele ser muy fácil, descubrirlo no tanto pero mucho más imaginativo y estimulante, empieza por un diálogo con tu alma, conversando contigo misma, preguntando y respondiendo, pensando más allá de unas simples respuestas y dime si me conoces y lo que es más importante porqué me conoces. No será  acaso por mis silencios?. Aún así obtendrás tus respuestas a través de mis palabras, me ayudará a conocerme un poquito mejor, y luego lo hablamos y lo comentamos como hacemos siempre, cuando disfrutamos de nuestros silencios.

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