lunes, 23 de mayo de 2011

AMIGAS


Lydia y Sandra estaban gravemente enfermas, a ambas le quedaban poco tiempo de vida y ocupaban la misma habitación en aquel olvidado hospital. Sandra, durante una hora al día podia levantarse un poco e incorporarse para poder evacuar fluido de sus pulmones, mientras Lydia debía permanecer siempre tumbada sobre su espalda, inmóvil, jamás volvería a poder moverse. Las dos hablaban durante horas, hablaban de viejos novios, de sus familias, de los trabajos que habían tenido, de sus viajes o de sus vacaciones. La cama de Sandra, estaba al lado de la única ventana que había en la habitación.

Cada mediodía, cuando a Sandra le llegaba la hora de incorporarse de su cama, se pasaba la hora relatándole a Lydia todo lo que a través de ella podía ver fuera. Desde entonces, a Lydia se la veía mucho más animada, es como si durante ese tiempo empezara a vivir, como si ampliara su pequeño mundo entusiasmada por todas las cosas que pasaban en el exterior.

Sandra le hablaba de colores, le hablaba de un hermoso parque con lago que había al otro lado lleno de cisnes y patos, le hablaba de como las personas que por alli pasaban le echaban comida a los animales. Le hablaba de los niños que cada día se acercaban a jugar con sus barcos en miniatura, le hablaba de esa pareja de enamorados que cada dia quedaban en aquel banco del parque. Le contaba lo grande que eran los árboles y lo bonitas que eran las flores que adornaban aquel jardín, le contaba interesante lo bonito del paisaje y la hermosa vista de la ciudad que desde allí se veía.

Mientras Sandra contaba todo eso con detalles exquisitos, Lydia cerraba sus ojos y trataba de imaginar aquellas preciosas escenas. Otro día le describió un desfile que pasaba por alli, ya que aunque Lydia no podia oir la orquesta sí que podría imaginar la música y las notas tan perfectamente relatadas y llenas de poesía con que su amiga se lo contaba.

Un día, al entrar la enfermera a la habitación, descubrió el cuerpo de Sandra tendido en su cama sin respiración, su vida se había apagado durante la noche tranquila y apaciblemente durante su sueño. Entristecida, pidió ayuda para poder llevarse el cuerpo de la habitación mientras observaba a Lydia como derramaba unas lágrimas silenciosas.

Cuando vió el momento oportuno, Lydia le dijo a la enfermera si ella podría ocupar la cama de Sandra para poder estar más cerca de la ventana. La enfermera se alegró de poder complacerla y tras comprobar que estaba confortablemente instalada la dejó sola. Como pudo intentó alzarse sobre un codo para poder echar un primer vistazo a través de aquella ventana, por fín tendría la alegría de poder ver con sus propios ojos todo lo que su amiga le había descrito tan bien y le había devuelto la vida.

Para su sorpresa, lo que alcanzó a ver a través de su ventana y lo único que desde aquella ventana se podía ver era un muro de piedra de un edificio adyacente que se encontraba totalmente pegado a la fachada del hospital.

Un día le preguntó a la enfermera porqué su amiga le había descrito tantas maravillas mientras que a través de aquella ventana no había nada. La enfermera le respondió que posiblemente lo que habría querido era animarla un poco y que se sintiera bien, ya que Sandra siempre fué ciega.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encanto !!!!!

saludos
Mábel

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