viernes, 14 de octubre de 2011

LOS OTROS



   Fue un día cualquiera. Pasaba el tiempo y estaba aburrido. Encendí el ordenador y me puse a trastear en él. Llegué casi sin querer, leí y me gustó lo que leí. Escribí un comentario, y le dí a enviar. Me pidió un nick y me inventé el primero que se me ocurrió. No sabía que ese trámite iba después a resultar tan determinante para mí. Casi era una prueba… y probé. A los pocos minutos, ví aquel comentario escrito en mi pantalla, allí estaba mi nick, aquel que se me había ocurrido, y aquellas palabras que a modo de prueba había escrito.

No puedo negar que me emocionó ver aquello escrito. Fue una sensación extraña, como si de repente, en unos solos segundos ya no me encontrara solo, como si mis palabras las estuviesen escuchando alguien,  como si alguien me oyera, o me leyera. La verdad es que la sensación de compañía que sentí en ese momento es indescriptible, como una experiencia nueva, realmente bella. Había empezado la tarde solo y aburrido, y cuando aquel otro nick desconocido contestó a mis palabras esa sensación de soledad se me había perdido, pensaba que no lo estaba, sabía que lo estaba pero pensaba que no, no miré detrás mio, ni alrededor de la habitación, me quedé absorto mirando a la pantalla, porque de allí me venía toda esa compañía que necesitaba, toda esa compañía que estaba recibiendo.

Me sentí orgulloso, y casi pensé en que aquel podía ser un momento mágico. Volví a escribir otro comentario, y de nuevo me volvieron a contestar, lo que me invitó a volver a escribir y a contestarle a ellos. Sin darme cuenta, estaba allí en medio de aquella pantalla como si fuese uno más. Ya no estaba solo, ni siquiera estaba con otra persona, sino que había un grupo, como un grupo de amigos. Aquel día no lo olvidaré nunca.

Al día siguiente, me volví a meter de nuevo en el mismo sitio, saludé y todo el mundo me saludó. Estuve toda la tarde interactuando con los demás, nos reíamos, aprendíamos, curioseábamos, siempre me resultaba interesante la opinión de los demás, y me sentía importante cuando alguien se dirigía a mí personalmente para preguntarme mi opinión, a veces yo mismo la decía sin que nadie me preguntase. Daba mi punto de vista, y me sentía escuchado. Alguien me debatía, y yo a veces, disentía de otros, y exponíamos nuestros puntos de vista. Aquello me empezaba a gustar. Me entretenía, me divertía, me enriquecía, y lo que es más importante, me hacía compañía.

Así, fué, un día y otro día, y siempre llegaba gente nueva, otras veces algunos se despedían, algunos por unos días, otros para siempre, pero siempre había alguien allí, era como una casa donde todos llevábamos llaves, como si todos fuésemos los dueños. Algunos llegaban por la mañana y preparaban el desayuno para los demás, y conforme iban llegando se iban sirviendo. Otras veces, quedábamos para comer, para cenar, algunas incluso nos vimos tomando y compartiendo copas o algún café en algún momento determinado. No era cierto, pero sí que lo era. Yo me tomaba mi copa y sentía que la estaba compartiendo con alguien que en el mismo momento también la estaba tomando. No me sentía solo.

Les empecé a tomar cariño. La complicidad fue 
 aumentando, y ya no solo hablábamos de lo que correspondía, sino que gastábamos bromas, incluso nos hacíamos confidencias, me ví envuelto en aquella casa como si fuese mi segunda casa, como si aquella fuese mi segunda familia. Cuando no estaba allí, los echaba de menos. A veces, pensaba, quién habrá ahora allí, quién estará, que estarán diciendo. Yo tenía mi trabajo, mis amigos, mi familia, mis cosas, y no siempre podía estar allí con ellos, pero cuando tenía un rato, encendía el ordenador, y sabía que allí siempre habría alguien esperándome.  

 Ha habido otros momentos que me he sentido solo, que no tenía a nadie y ellos han sido lo único que tenía. Había momentos que no necesitaba a nadie, y solo leía, y me divertía. Otras veces, me ví tan enganchado que se me pasaba el tiempo sin darme cuenta, me sentía bien allí compartiendo cosas, anécdotas, hablando de cualquier tema recurrente, siempre había tiempo para una carcajada, o también hubo momentos de tensión, de enfados, de suspicacias, como en todas las familias que pasan tanto tiempo juntos.

  Un día, al encender el ordenador, me dí cuenta que no iba. Algo no funcionaba, no quería conectarse. Permaneció todo el día apagado, fue solo un error técnico, pero la verdad es que lo pasé mal. Insistí una y otra vez, y conforme insistía más me podía la ansiedad, no podía ser pensaba en aquel momento. Recuerdo que me cabreaba mucho, me ponía de mal humor, un día incluso me fui a un ciber para poder hablar con mis amigos porque el ordenador no me funcionaba. Notaba la ansiedad de no poder estar, quería estar allí y no podía, y aquello fue un revés con el que no contaba. Recuerdo, que cuando fui al ciber, solo estuve un ratito, pero para mí fue suficiente, ví que todo estaba en orden, saludé, dije que no podía estar, pero al fín, me quedé más tranquilo.

Otras veces, miro el reloj, y otras lo abro por inercia, sé que siempre es como si me estuviesen esperando, me acomodo y trato con ellos. Apenas los conozco, no sé como son, ni de donde son, no sé apenas nada de ellos, yo ya tengo mi vida, otra vida. Pero esa…. también era mi vida, era, digamos, otra vida. Y ellos, otros amigos. Cuando no estaban, también los echaba de menos.

2 comentarios:

madita dijo...

Tenia 19 años cuando subí a la sala de ordenadores de mi facultad. Mi asociación ya tenia una cuenta de la UVA, que utilizabamos más de treinta personas.

De repente un día me fijé, que a mi lado un compañero ponía una linea diferente en MSDOS ..."WHO?" y se veia lo que estaba haciendo cada IP del resto de ordenadores de la sala. ..

Uno estaba haciendo un TELNET. Probé a imitarlo, la pantalla de tipo texto se dividió a la mitad. Ya estaba hecha la conexión 1 a 1(per to per).

Estuve charlando con un americano de otra universidad, cada uno escribia en su mitad de pantalla. Me pareció algo fascinante. Enseguida vi las posibilidades de internet. Esto iba a revolucionar el mundo, y mi mundo.

Al día siguiente volví a la sala, volví a dar el who y esta vez vi que algunos hacián telnet a la universidad politécnica de badalona. Mucho mejor hablar en español! Copie su dirección y entré; estaba en catalán y ya era un chat modo texto, prehistoria del IRC. En internet nisiquiera existia hotmail, ni gooogle, ni publicidad.

Ese día ya no bajé a clase.Al día siguiente salí de casa a las 7 de la mañana y volví a las 10 de la noche con los ojos rojos y dolor de espalda. No llegue a entrar a ninguna clase. A mis padres les engañaba diciendo que me iba a estudiar. pero me iba buscando cualquier ordenador conectado. Ese año no aprobé nada, dejé la asociación, mis amigos me dejaron a mi hartos de buscarme en las salas de informática.
Casi se me olvida, pero también dejé al novio, profesor de universidad y al que mi madre todavia añora.

No me importaba, era feliz en ese mundo mágico y nuevo. Sólo por las noches me daba cuenta que habia cambiado 180 grados mi vida. Internet fue mi entrada en el sexo, mi posibilidad de ser otra. El Viernes Santo pagué mis primeras 100 pesetas en un ciber. Y también me sentí chutada.

Empezé a conectar a la gente que hablabamos por las distintas salas de Valladolid y reunirlos. Al principio eran huidizos y solitarios. Los bichos raros del campus. Pero luego se animaban y fuimos formando un grupo. Un grupo que tenia un secreto. No eramos más de 15 o 20, la mayoría de telecomunicaciones.
Preparamos la primera fiesta chat, surgieron los primeros amores y celos...

Llegó Septiembre y volví a suspender todo. Mis padres me habian dado un últimatum, y me botaron de casa..
Al año siguiente empezé vendimiando para poder seguir pagando la matrícula.
PERO ESO YA ES OTRA HISTORIA

---Madita, la luna es un punto diminuto en la galaxia-

Anónimo dijo...

Bueno, he llegado aquí casi por casualidad; y me alegra haberlo hecho. No sé si quien ha escrito la entrada es el propietario del blog, pero de su contenido se deduce que es un amante de la comunicación en libertad; me refiero a la libertad que un día dice haber descubierto en este mundo ciber y que ingenuamente creyó que era el ámbito propio de este medio. Pero no. Al campo abierto al que se accede por aquí, muchos ya le están poniendo puertas. La propiedad privada y el concepto de dominio y pertenencia que conlleva, permiten que cualquier "terrabloguero" de medio pelo controle y limite el acceso a su predio a quienes (precisamente con sus colaboraciones) permiten que el predio tenga algún valor, en cuanto algo de lo que escriben en él no le gusta. Lo controlan y fiscalizan todo cual anacrónicos caciques del futuro.

Viene esto a cuento por el bloqueo ("banneo" se dice aquí) de un ingenuo comentario que intenté publicar anoche en uno de estos blogs: el carismático "La Luna". Se permitió la publicación de uno en el que se me aludía directamente y se me "banneó" la respuesta; parece que al/la cacique no le gustó.

No sé a quién pertenece este blog; en todo caso le pido disculpas por intentar utilizarlo para dar respuesta al terrabloguero al que me he referido y publicar (espero que aquí se me permita) el comentario que allí se me prohibió. He de decir que ese comentario culminaba otros dos que de forma limpia y genérica había publicado allí antes de que al cacique le diera la vena intervencionista.

Mis comentarios no habían ido dirigidos explícitamente a nadie, pero hubo alguien que se dio por aludido, me respondió directamente, y... no pude replicar. Educadamente, como pretendía hacerlo. En fin: caciques del futuro. La libertad nuevamente secuestrada.

Este que inserto a continuación es el comentario que no pudo ver la luz en la Luna. Gracias por permitírmelo.

Antes, una pequeña explicación sobre el contexto. Yo había publicado los dos comentarios que he mencionado, comparando una relación amorosa con un jarrón Ming; la intención era transmitir la idea de que tanto uno como otro pueden recomponerse cuando se han roto y que el resultado es o puede ser incluso más bello que el original. Hubo una respuesta directa, y repliqué, lo pretendí en vano, con lo que sigue.


Es sorprendente la falta de sensibilidad de algunas personas (que pretenden dar una imagen absolutamente opuesta) para apreciar la belleza de ciertos jarrones. Por muy pequeños que sean los pedazos a que han quedado reducidos.

Y más sorprendente aún es que se extasíen componiendo estúpidos puzles de 8000 o más piezas, probablemente en espera de que una vez construídos aparezca en ellos un jarrón... de cartón piedra.

Lo cierto es que tanto los jarrones Ming chinos como los amores universales, sólo merecen ser disfrutados por quienes estén capacitados para hacerlo.

Y, desgraciadamente, no parece ser el caso.

Produce una desoladora tristeza que parte de los pedazos del que fue un bello jarrón, estén en manos de quienes sólo ven el pegamento necesario para la reconstrucción, y no la belleza de lo que se pretende reconstruir.

En fin, es lo que hay: Para algunos, los jarrones chinos de hoy están en las tiendas de "todo a cién". Ellos se lo pierden.


Lo que sigue, ya lo he contado. Gracias de nuevo.

(Estoy intentando publicar con mi cuenta de Google, pero no me lo permite; voy a intentar entrar cono "Anónimo").

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