jueves, 20 de octubre de 2011

EL OLOR DE LA PALABRA



  Me  asomo como cada día y te veo esperándome, veo tus ojos en busca de mis palabras. El tiempo, las cosas que pasan, lo que leemos, lo que vemos, lo que oímos, todas aquellas cosas que nos distraen a veces nos silencian. No sé que buscas entre mis palabras, si la caricia que añoras, el aire que te falta o la distancia que nos separa.

Buscas entre mis ropas aquel aroma que te falta, entre mis cajones aquel recuerdo que añoras, aquella palabra que me acerque a tu presencia, siempre tienes  hueco para mí, siempre te asomas, esperando hallarlas. Cuántos ojos me esperan, pero qué pocos me necesitan,  quizás solo los tuyos. Volver a soñar con escribirle a la vida, a la luna, a las estrellas o al mar. Dibujar trazos crípticos que solos tú y yo entendemos. Pensar en no sé cuántas cosas o tal vez imaginar,  tal vez soñar.

 Tu refugio mi palabra tras esconderse el sol, vienen frías noches de invierno y las chimeneas empiezan a encender, al calor de la palabra después de tristes días de lluvia, un te quiero, una caricia, un beso suave deslizándose sobre tus labios, una mano apretada, no pasa nada ya lo verás, tu refugio mi mirada aunque no me veas, aunque solo me leas, sabes que la tienes, por eso te asomas.

Ni una lágrima, ninguna rabia, el silencio te envuelve mientras me buscas, o buscas mis palabras, que asome el sol como cada amanecer, que queden atrás las noches sin él, que vuelen lejos los miedos, las falsas interpretaciones, viejas canciones de Brahms, la mentira, la soberbia y el orgullo, que se alejen las sirenas del mar y que el eco no se propague más allá.

El calor de una vieja manta, una cálida luz y solo tu verdad aunque sea en soledad, te estaré esperando, igual que tú me esperas a mí, cada vez que te asomas. Quizás no esté, pero aquí mis palabras son para ti. A veces, sobran, todos lo sabemos, pero las quieres y te las regalo. Me tienes ahí,  aún sin verme porque no hace falta. El calor está ahí aunque no lo sientas, detrás de ese silencio siempre esperarán mis palabras y esas también serán para ti.

 Chirriarán las aves al pasar por encima de nuestras cabezas con ruido ensordecedor a velocidad de vértigo y te saludarán al pasar, pero luego se irán, lejos, muy lejos. Te recogeré al amanecer y cuando las palabras ya se hayan acabado, nos quedaremos solos, en silencio, y leeremos todas las palabras que ya habrán terminado. Huelo el miedo, y la rabia, la incomprensión de un pensamiento inoportuno, tal vez un error,  la mala pintura de un mal cuadro que te tocó pintar, tu refugio mi palabra, tu mirada es mi refugio.

 Y brotarán de entre los cajones las flores cuando el sol empiece a subir, y olerás mis aromas, respirarás el aire de sus campos mientras nuevas caricias nos ayudarán a recordar viejas distancias, y volverás a oir el canto de los pájaros que esta vez no se querrán marchar, y te asomarás una vez más, a buscar entre mis palabras tan solo mis palabras. Volverás a soñar o pensarás si le habré escrito a la vida, a la luna o al mar.

1 comentario:

Tamara Díaz Calvete dijo...

De nuevo me has llegado al alma...me gusta tu forma de expresarte y todos los sentimientos que impregnan tus escritos.
Un saludo.

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