jueves, 6 de octubre de 2011

EL REGRESO



 De nuevo vió su número, y de nuevo no se lo cogió. Qué extraño,  lo deseaba coger, lo necesitaba, pero ahora no, ahora no.....

_ ¿Me puedo sentar?
_ Sí…

Se les notaba bastante nerviosos. Tras un inicio dubitativo él empezó a hablar, le dijo que esta mañana al verla había sentido algo extraño. Le contó su experiencia con la otra mujer, a la que llevaba viendo varias semanas allí mismo, ella estaba casada y solo se trataba de una aventura, pero que tras subir no había podido quitársela de la cabeza, había estado alterado pensando en que estaría aquí abajo, y al final habían discutido tras muchas horas de hablar y contarle toda su historia. Ella le contó como había conocido a Angel, y lo que hacía allí. Pasaron los minutos sin reproches, se sinceraron y decidieron olvidar aquella maldita noche.

_ Él va a volver ahora, se lo he pedido.
_ Necesitamos hablar.
_ Voy a ir a cenar con él, se lo he prometido. Luego vendré aquí mismo y cogeré una habitación, se ha hecho muy tarde y pasaré aquí la noche.
_ Te esperaré….

No dijo nada, se acercó a la barra y pagó todo lo que debía. Prefirió salirse a la puerta a esperarle, y tras encenderse un cigarrillo, lo vió aparecer.

_ ¿Nos vamos?
_ Si…

Fueron a  un restaurante cercano, ella intentaba por todos los medios ser amable con él, a él se le veía preocupado. No me preguntes nada, por favor, yo misma te lo contaré todo. Y se abrió….. Le contó lo que había pasado, lo que sentía, el giro que había dado la situación, lo extraño que le estaba resultando todo. Por un momento sintió volver a esas madrugadas en que los dos se desnudaban emocionalmente y empezó a sentirse mejor. Más cómoda. Le explicó que él había tenido muchas dudas de que aquello saliese bien, le contó sus historias de internet y el recelo que siempre le acompañaba en cada cita, pero la de hoy había sido un poco extraña. Le había gustado desde el primer momento, y conforme intentó desatarse de experiencias anteriores observaba como a ella le ocurría todo lo contrario, como si segundo a segundo más se estuviese encadenando a una angustia opresora. La vió muy excitada todo el rato, como forzada, escondiéndose de alguien o de algo, y no encontraba la razón.

La casualidad había sido determinante y clarificadora. Ella quería regresar a su pasado, y él seguramente seguiría conociendo a mucha gente. Le deseó suerte, y se prometieron seguir en contacto. Fue una velada triste, pero necesaria. Había dado un paso necesario para poder ver con más claridad aquello que no sabía. Se hizo dueña de su soledad y ésta le fue marcando pautas sin orden alguno hasta llegar a ese punto. Había pasado unos meses levitando sobre su propia imaginación y rompiendo barrotes de una celda que seguía estando intacta.

No le costó despedirse. Aligeró el paso de nuevo hacia el hotel, y empujó la puerta. La cafetería seguía abierta, se dirigió a ella, y le vió allí esperándola. Se acercó, se sentó a su lado y se pidió un nuevo whisky. Él permaneció callado unos minutos….

Ella le miraba…. Y le volvió a la cabeza en unas décimas de segundo todos aquellos recuerdos… le dieron ganas de besarle, le miraba fijamente, y él a ella….

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