miércoles, 20 de abril de 2011

CINCO MILLONES UNO


   La verdad es que estoy un poco harto de escuchar siempre las mismas frases de siempre, bueno ya verás como cambiará la cosa, dicen que este año ya, vamos a empezar a ir para arriba, a veces dudo del optimismo gratuito de la gente que quiere ver allí donde no hay. Tal vez sea pesimista o realista o que se yo, pero jamás me atrevo a decir nada a nadie sobre lo que realmente pienso.

    Más bajo no se puede caer, dicen que cuando tocas el fondo solo te queda una opción y es la de subir, pero cuando llegas el fondo y ves que el principio de Arquímedes no funciona como debiera, sino que te mantiene como lastre en ese fondo es que algo no va bien, siempre tienes la opción de subir pero también la de quedarte en el fondo porque esa fuerza vertical que necesitas de su empuje nunca te llega. Hacia donde queremos llegar, me pregunto cada día. Leo la prensa y veo los informativos, y los repuntes de la bolsa o el índice de parados o el cambio de rumbo de la economía o las previsiones más optimistas siempre me parecen hechas por gente que no vive en este país, o si viven, viven en plantas tan altas que apenas aciertan a tocar el suelo y ver la realidad.

   Que bajen a la misma esquina donde trabajan y se den una vuelta por la acera, apenas un paseo de veinte minutos no supone nada para quienes dirigen los destinos de nuestra economía y tal vez la agencia efe perdiera esa credibilidad que nos entretiene. Quizás es que hayamos vuelto a otras épocas y las clases sociales se hayan acentuado teniendo como baremos de referencia el nivel de angustia con que se vive el día a día.

    No son cuatrocientos euros el pecado de nuestra supervivencia sino la credibilidad en un sistema nacido roto por una clase política amateur y venida a menos, simples advenedizos que nos regalan medidas cada cuatro años por elecciones a cambio de unos cuántos votos y que parezca que estan haciendo algo. Mucho huele a podrido, y hay leyes que quizás sean buenas y aplicables a nuestra sociedad, pero si quien las aprueba es el partido enemigo hay que derogarlas para implantarle nuestro sello. En que nos hemos equivocado cuando permitimos prevaricaciones gratuitas sin ton ni son y cuando la ignorancia de quienes sustentan este estado de derecho hacia quienes lo mantienen con su verdadero sudor es tan latente. Algo estaremos haciendo mal nosotros también cuando comulgamos con ruedas de molino y tragamos con todo lo que nos echen.

   El político de antes, quizás no fuese mejor ni estuviese mejor preparado, pero sí eran más valientes. Bunkerizarse entre matojos pagados y dedicarse a la política internacional con la que está cayendo es el pan y toros de toda la vida, volveremos a los trajes grises y al puro semiencendido para volvernos a casa a pasar hambre, nadie cae en la angustia de miles de familias que lo estan perdiendo todo a costa de que otros mantengan el calor del plasma, es un silencio atronador el que se oye sobre el cielo, un runrún de lágrimas que la propia impotencia impide gritar, la resignación nunca ha sido el pecado capital de este país y siempre me pregunto entonces porqué nos callamos ahora.

    Muy sujetas las esposas de sindicatos que en otra época defendían a las clases débiles, han perdido la llave y quizás el norte, nadie se atreve a luchar porque nada tiene sentido cuando miramos nuestro carnet de identidad y ya nos están diciendo que tenemos menos derechos por haber nacido antes, pero hipócritamente quienes acertamos a leer observamos que el cuarenta y dos por ciento de los desempleados son gente jóven a quienes han puesto un muro de piedra en la mismísima puerta de su universidad. Hablar de la angustia de la familia con todos sus miembros desmoralizados por el sello de funcionarios privilegiados nos hace sentirnos culpables de una situación que no nos corresponde, no se puede atacar a la esencia de este país de esa manera tan cobarde y rastrera y dejarlos abandonados a su suerte esperando que escampe algún día.

    Me rio de las cazas de brujas y chivos expiatorios, de burbujas inmobiliarias que en su día dieron riqueza y de esa burbuja silenciosa que siempre suele irse de rositas como es la banca, inquisición más profunda y chupóptera que nos sangra cada minuto vampirizando con su chantaje el día a día de nuestro país, convertidora de títeres y marionetas a su servicio con grandes comilonas de falsos números. Es deporte nacional mirar hacia otro lado cuando el dedo se acerca a la llaga y solo los necios suelen ser capaces de entonces mirar al dedo sin apenas fijarse en la llaga, nada hay más simple como una reflotación o un cambio de dirección, nada que ver con la sopa de agua desalinizada que decora mi plato cada día.

    Velan por nuestra salud, poniendo medios para que nuestros hijos no se queden embarazados, jamás permitirían que cualquier joven se traumatice con decisiones equivocadas y eso suele ser síntoma de modernismo, tacharnos de ignorantes o tontos mientras padres de familia se mueren de inanición o de pena al ver a su mujer arrastrarse por las escaleras de cualquier portería esclavizada a un chusco de pan que llevarse a la boca, no puedo con la hipocresía de un sistema dirigido por imbéciles autistas que apenas encienden la tele que ellos mismos subvencionan, nos plantan belenes esteban en vez de corridas de cinco de la tarde incluso nos regalan los pañuelos, tristeza me produce levantarme cada mañana y tomarme un café con los amigos, salirnos a la fria puerta a fumarnos un cigarrillo y comentar la resignación de un país atado de pies y manos y con un fular en la boca.

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