lunes, 4 de abril de 2011

UNA NOCHE



La noche caía atrapada en su propio silencio cuando oyó la melodía de su móvil. Se había retrasado y la impaciencia le hizo mirar el reloj cada veinte segundos olvidadizos, se levantaba y lo volvía a mirar. No debe tardar pensaba cuando sonó. Su corazón volcó su impaciencia en nervios y prisas sin sentido atusándose el pelo cuando el pestillo giró. Por fín, como estás, bien y tú, bien.... un beso suave de bienvenida sonó como atenuante a tan larga espera, pero ya nada importaba.

Le miró de soslayo mientras él, inquieto también le acompañó hacia la cocina. Había preparado cualquier cosa, pero bien preparada. Tenía hambre, y ella tambien. Conversaciones silenciosas mutaban las palabras en advenediza costumbre, banales comentarios que edulcoraban el momento mientras consumian aquella pequeña cena. Era tan extraño todo, y sin embargo resultaba tan familiar que la desubicación repentina se tornó por momentos curiosa. Alli estaban como si acabaran de conocerse, no es el hecho sino el lugar. Son castillos en el aire que se rompen por momentos y estallan a la voz del silencio que les envuelve, quizás respeto, quizás vergüenza o timidez, o tal vez el ansia de volver a estar juntos lo que les impide naturalizarse y dejan correr el tiempo que a seguro hace de testigo hasta que el mar interior se calme y se sacie la sed....

Aquel mudo sillón conocido fué anfitrión de su acercamiento repentino, el tiempo había actuado de oficio y sentada sobre sus rodillas se dispusieron a encender el ordenador. Todo aparentaba una confusa normalidad cuando en realidad era deseo, el tiempo calló por fín y les dejó solos en la noche, con una copita de vino en la mano mientras ojeaban la página, las miradas abrieron la puerta a su complicidad mientras sus manos se buscaban ya sin reparo, el instante había caido por su propio peso y toda la magia del momento se hizo dueño de la situación.

Solo se tenían, y lo demás era accesorio. Nada importaba el vaivén de las palmeras ni la noche estrellada, el sonido de la programación sobraba y su sola presencia deleitaba la íntima velada, sobraba todo alrededor de aquella lámpara tenue que dejaba caer sus destellos sobre sus rostros enamorados, mientras sus manos se buscaban. El tiempo no pasaba, o sí, que más daba entonces, solo eran ellos y su silencio.

Subieron a la habitación, en callada procesión acelerada por el tiempo, mientras él, torpemente peleaba con el pomo de aquella puerta que parecía desconocida, y se hizo la luz. Las ropas cayeron al suelo con la inexactitud de dos adolescentes primerizos, mientras se ladeaba la colcha y entraban en el lecho. Sus cuerpos se unieron trémulos y se pegaron sus pieles al unísono de sus besos, mientras sus dedos acariciaban su pelo, y el deseo aceleraba su pálpito. Hicieron el amor para después dormir en silencio como en silencio llegaron, solo roto por el despertador traicionero amaneció maldito los primeros rayos a través del cristal. Se acababa la noche y empezaba un nuevo dia, habia ido muy deprisa, veloz y sin apenas darles tiempo a pararla ni siquiera un instante.

Lo sabían, y sonrieron.... Tras el humeante café compartido, un nuevo beso tronó silencioso, era la despedida, el silencio de nuevo y esta vez sí, oyó el ruido del motor partir. Se paró un instante y se quedó mirando y pensando, en ese beso suave de despedida que había sonado como atenuante a tan corta noche.... pero ya nada importaba. Había nacido un nuevo día.

…. Volvería.

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