martes, 5 de abril de 2011

EL PERRO



    Sucedió de noche, mientras dormian al amparo de aquel improvisado techado. Un sórdido estruendo despertó el suelo sobre el que yacian y comenzaron a moverse asustados, el ruido parecía silencioso y apenas perceptible pero el miedo les atenazó mientras veian que todo se movía a su alrededor, veian asustados correr todo a su alrededor y caer aquel plomizo techado mal construido. El pánico les enmudeció y el miedo les bloqueó cuando de repente sintió aquel aullido mudo y agónico.

   Le vió sangrar y tumbarse a su lado gimiendo silenciosamente mientras sus vidriosos ojos le miraban fijamente, suplicándole fijamente que le ayudara, que se moría. El estruendo habia sido conmovedor, vió a la gente gritar, chillar, correr, pedir ayuda y llorar. Los gritos ensordecedores de aquella gente corriendo, los lamentos y los gritos de socorro le hicieron reaccionar aún más en su miedo, y se dispuso a correr tras ellos. Un instante le paró y obligó a su miedo a volverse tras sus pocos pasos.

    Gemía de dolor mirando fíjamente su pierna malherida, la sangre brotaba y sus ojos se le clavaban en su mirada, le suplicaba que no le dejara. En la oscuridad sintió su calor, el calor de la muerte, el calor de la sangre que se lo llevaba tras ella, acercó su lengua hacia su herida y comenzó a lamerla suavemente, cuando un salpullido de dolor le frenó, pero siguió mientras su amigo gemía de dolor.

   Se quedó dormido. Mientras su amigo seguía gimiendo silenciosamente, abatido por el dolor y sintiendo los escalofrios de la muerte acechándole le tranquilizó verlo alli dormido junto a él. Le miraba soportando aquel terrible dolor, cuando por fín despertó con la luz del dia; el panorama era desolador, no habia casas, no había gente, solo un halo de polvo grisáceo y husmeante les rodeaba como una fría neblina con olor a dolor. Volvió a lamerle la herida que no dejaba de sangrar, le arrastró hacia un bidón vacio de gasoil donde resguarnecerse de aquel infierno moribundo, de aquel frio helado, de aquel silencio mortal....

   Estaban solos. Ladró con pena intentando ser escuchado mientras su amigo se apagaba lentamente. Le lamió de nuevo todo su cuerpo intentando infundirle ese otro calor, el de la vida. Y seguía ladrando, pero nadie le oía. No había nadie, miraba y remiraba por todos lados en busca de alguien, y no veía a nadie..... el silencio era sepulcral. De repente el estruendo de las alas del helicóptero rompió aquel doloroso silencio, se movió unos metros y comenzó a ladrar con todas sus fuerzas, miraba hacia arriba y ladraba, ladraba con fuerza mientras su amigo no dejaba de mirarle con sus ojos vidriosos, mientras veía como aquel puntito oscuro que sobrevolaba sobre sus cabezas se alejaba de nuevo, como aquel ruido ensordecedor poco a poco fué desapareciendo.....

   Se acostó a su lado, y de nuevo le comenzó a lamer su maltrecha pierna. Se miraban en silencio, se pegaban, se acomodaban mientras temblaban de miedo....

   Pasaron las horas, y no se oía a nadie, el silencio era ensordecedor, cruel. La soledad y el dolor les sobrecogían. De vez en cuando aullaba como lobo intentando ser oido, gemía de sed, moría de pena, mientras su amigo moría de dolor y lloraba, solo lloraba. Anocheció, de nuevo la oscuridad les hizo temblar su alma, se juntó a él para intercambiarse su calor, para proporcionarle una parte de su vida que prolongase su agonía.

   Al tercer día salió el sol. Cuando de repente vió acercarse aquel jeep, saltó, ladró, ladró sin cesar una y otra vez, el coche se dirigía a ellos, cuando de repente se paró. Bajaron tres o cuatro personas pertenecientes a un grupo de rescate, cuando se toparon con él, que seguía ladrando sin cesar. Sin percatarse de su amigo herido le invitaron a abandonar aquella zona desastrosa observando como el animal se negaba. Mientras éste seguía ladrando, le siguieron y entonces fué cuando comprobaron que estaba cuidando a su amigo y por eso, se negaba a marcharse. Le vieron alli malherido.

   Se acercó a su amigo, y le puso la pata encima de su cabeza mientras no cejaba de ladrar, una y otra vez. Le volvió a lamer, mientras ladraba, su amigo despertó asustado, temblaba.... Se acercaron sigilosamente, les cogieron a los dos, y se los llevaron de alli. Los ojos seguian vidriosos, le habian dado de beber, pero no se despegaban. Uno habia dejado de ladrar, otro había dejado de gemir, de llorar. Ya podía ladrar.




Los dos perros fueron salvados: uno de ellos fué llevado a un refugio para animales, mientras el otro se recupera en una clínica veterinaria del norte de Japón.

El video grabado por un grupo de periodistas japoneses se publicó en internet dando la vuelta al mundo y convirtiéndose en un hit con miles y miles de visitas en Youtube.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Realmente conmovedor

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